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Alfredo Trujillo Betanzos

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¿Estamos viviendo tiempos orwellianos?

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Estamos viviendo tiempos orwellianos

Autor: Alfredo Trujillo Betanzos

¿Estamos viviendo tiempos orwellianos?


“Había que vivir –y en esto el hábito se convertía en un instinto- con la seguridad de que cualquier sonido emitido por uno mismo sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos los movimientos serían observados”

Estas son unas líneas de la inmortal obra de George Orwell, 1984

1984 es una novela política de ficción, no utópica, sino distópica, escrita por George Orwell entre 1947 y 1948 y publicada el 8 de junio de 1949. La novela introdujo los conceptos del omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor, de la notoria habitación 101, de la ubicua policía del Pensamiento y de la neolengua, adaptación del inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado.

Muchos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha conocido como sociedad orwelliana, una sociedad donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social. El término »orwelliano» se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela. El libro fue un éxito en términos de ventas y se ha convertido en uno de los más influyentes del siglo XX.

Se le considera como una de las obras cumbre de la trilogía de las distopías de principios del siglo XX, junto a la novela Un mundo feliz de Aldous Huxley, y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury

Este enemigo no es convencional, no tiene un monarca visible, no tiene territorio, ni negocia la paz, y tiene tanto desprecio a nuestras vidas, como lo tiene a la suya. Debido a esto, para combatirlo, no sirven los manuales de guerra del pasado, sino que debemos actuar de una manera distinta y respondernos dos preguntas:

La novela se localiza en una futura Londres, llamada Franja Aérea 1, que "... alguna vez fue llamada Inglaterra o Britania" integrada, a su vez, en un inmenso estado colectivista: Oceanía.

La sociedad de Oceanía está dividida en tres grupos: Los miembros "externos" del Partido Único, los miembros del Consejo dirigente, o círculo interior del partido, y una masa de gente a la que el Partido mantiene pobre y entretenida para que no puedan ni quieran rebelarse, los proles.

Los miembros "externos" constituyen la burocracia del aparato estatal (de ahí la necesidad de la estricta vigilancia sobre ellos), los cuales viven sometidos a un control asfixiante y a una propaganda alienante que los desmoraliza y les impide pensar críticamente.

El Estado suprime todo derecho y los condena a una existencia poco más que miserable, con riesgo de perder la vida o sufrir vejaciones espantosas, obligándolos a demostrar suficiente fidelidad y adhesión a la causa nacional. Para ello, se organizan numerosas manifestaciones donde se requiere la participación activa de los miembros, gritando consignas favorables al partido, vociferando contra los supuestos traidores, y dando rienda suelta al más desaforado fanatismo. Solo con fervor fanático se puede escapar a la omnipresente vigilancia de la policía del pensamiento.

Muchos analistas consideran que la novela de Orwell es una novela futurista, y muchos creen que ese futuro que predijo ya está aquí, pues hoy, el Estado sabe todo de nosotros, sabe nuestros gustos, nuestros hábitos, ingresos y gastos, y las modernas cámaras de vigilancia saben todos nuestros movimientos; muy parecido al poder que tenía el Gran Hermano en la obra de Orwell; sin embargo, esto solo es cierto, en primera instancia.

La obra de Orwell, no es una profecía, ni una novela futurista; sino que es una descripción analítica de los regímenes totalitarios, muy en particular del régimen stalinista. El título que se le da al gran dictador así lo sugiere: "Gran Hermano". Una alusión inequívoca a Stalin. Además se ridiculiza el derrotero político de éste ante la agresión nazi en la Segunda Guerra Mundial: Stalin pasó de ser virtual aliado de Hitler, a ser su más enconado enemigo, y ese tremendo acto fallido pesaría sobre la credibilidad de los comunistas del mundo entero.

Recordemos que Orwell fue un profundo crítico de la “alianza por conveniencia” que los aliados tuvieron con Stalin, quien era un criminal psicópata, no muy distinto a Hitler.

¿Vivimos entonces en un mundo orwelliano? ¿Vivimos acaso nosotros en el mundo sombrío que se describe en 1984? No, bajo ninguna circunstancia. La Franja Aérea 1 no se parece a México pese a todos los problemas que tenemos, tampoco a la mayoría de países occidentales. Esa Oceanía de la que hablaba Orwell, se asemeja más a los “paraísos socialistas del siglo XXI”. Leer los sufrimientos de Winston Smith, nos hacen pensar hoy en la vida de Leopoldo López en Venezuela, Guillermo Fariñas en Cuba o Ahn Myong-Chol en Corea del Norte.

¿Cuál es el punto fundamental de la novela de Orwell? ¿Cual es la tragedia del mundo en el que viven? No es el avance tecnológico, sino la dictadura, el sistema de gobierno totalitario que impide el pensar libremente. El “todo poderoso líder” que decide por los demás, y que se autonombra representante de la voz del pueblo.

¿Qué ocurre en nuestros días? Desde finales del siglo XX, hemos estado inmersos en una revolución tecnológica, similar a la revolución industrial que se vivió en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII. Hace tan solo 20 años, serían impensables los teléfonos inteligentes, tabletas y por supuesto internet.

Todo este entorno sin precedentes, es el mundo donde se desarrollaron las modernas formas de comunicación. Correo electrónico, skype y whatsapp, cambiaron no solo estos hábitos de intercambio de ideas, sino también nuestra manera de pensar.

Sin embargo, el mayor cambio vino de las redes sociales. Twitter y Facebook no solo fueron nuevas plataformas para comunicarnos, sino que transformaron nuestras vidas y la de la sociedad

Soy un convencido, de que la frase “...a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado, fue mejor.”, la cual viene de un poema medieval, fue sacada de su contexto para afirmar que vivimos una decadencia, lo cual, definitivamente es una gran mentira.

Estos son mejores tiempos que el pasado, basta ver los índices de pobreza, de expectativa de vida o de crecimiento económico, para saber que el siglo XXI, con todos sus problemas, es el mejor tiempo que ha tenido la humanidad, y en ello, han colaborado las redes sociales.

Twitter y Facebook han sido los antídotos para vencer a esa reducción de pensamiento de la que hablaba Orwell. Gracias a las redes sociales, el ser humano es mas libre. Millones y millones de ideas viajan por el ciberespacio, sin ninguna limitación.

Cierto, también hay graves riesgos: Terroristas utilizan las redes sociales para difundir sus mensajes de odio; rumores y mentiras se propagan como una marabunta; reputaciones y carreras pueden ser destruidas, desde un comentario manipulado o una falsa noticia; si embargo, en contrapartida, gracias a estos instrumentos, víctimas de las dictaduras pueden clamar por libertad en todo el mundo, todos tenemos derecho a nuestra libre expresión, todos podemos escoger a quien escuchar, y por mas esfuerzo que hacen los dictadores, les cuesta mucho trabajo evitar la propagación de opiniones, y más importante, la libertad de pensamiento.

Es verdad, el Estado hoy nos puede vigilar como nunca, pero esto es de ida y vuelta, porque nosotros también los observamos. El todopoderoso gobernante, ya no se encuentra protegido por los muros de su castillo, sino que su reino se ha convertido en un palacio de cristal, donde cualquiera con un teléfono celular, cuyo costo puede ser inferior a 100 dólares, puede captar sus secretos.

Orwell no habló de esto, y tal vez ni siquiera lo soñó. Wikileaks y Snowden son impensables en el mundo orwelliano.

Finalmente, hablemos de México. ¿Somos una mejor sociedad hoy, que antes de las redes sociales? La respuesta es clara y contundente. Si. ¿Hay una mayor corrupción hoy que antes? No tenemos ningún parámetro para afirmarlo, y por el contrario, si podemos decir, que no es que haya mas hoy, sino que hoy sabemos mucho mas, y el ciudadano tiene más herramientas de defensa.

Pensemos en la Lady de Polanco, en la Lady chiles, en la Lady IMSS, en la Lady Goliat o en la Lady PROFECO. ¿No existían antes, o simplemente ahora, gracias a las redes sociales las conocemos?

¿Es imaginable hace unos años, que pudiéramos todos, ver al gobernador que abofetea a su colaborador, o al alcalde que le sube el vestido a una chica con la que baila, o al funcionario que estando ebrio intenta censurar un escrito, o al diputado que departe alegremente entre prostitutas o el jefe policiaco que bebe y acaricia a una colaboradora en su oficina, con uniforme y en horas de servicio?

Hoy, debemos estar agradecidos con los tiempos que nos tocó vivir; un mundo, donde la pesadilla orwelliana solo se vive en ciertas dictaduras disfrazadas de “paraísos” y donde el tema a discutir, no es como obtener la libertad, sino cómo evitar que nuestra libertad, se convierta en libertinaje.

 

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