Revista “Valuador Profesional”, de FECOVAL

Alfredo Trujillo Betanzos

Revista “Valuador Profesional”, de FECOVAL

Cuento de navidad

Metodología para valuar la vida humana en la obra de Charles Dickens a Christmas Carol

Artículos | Vida | Trabajos

“Nowadays people know the price of everything and the value of nothing.” Oscar Wilde, The Picture of Dorian Gray

Después de transitar un tiempo por este camino de la valuación, un día me detuve a preguntarme: ¿qué es valuar?, ¿cuál es su esencia? Creo que esto es un tema profundo, que demanda un estudio realizado por un autor con un pensamiento mucho más preclaro que el que este aprendiz puede tener; sin embargo, desde mi pequeño conocimiento, puedo decir que valuar es estimar un valor para algo. Ese valor, no necesariamente es monetario, sino que puede ser de cualquier clase. Así las cosas, todo, absoluta-mente todo, es valuable. La vida es una concatenación de valuaciones constantes, de decisiones que se toman, eligiendo entre uno y otro camino, mediante la valoración de ambos senderos, sacrificando unas cosas por otras dependiendo del valor que les asignamos. ¡Vamos! La vida en sí misma es valuable.

Esto viene a colación, porque otras preguntas que me han asaltado en esta incipiente carrera de valuador son: ¿por qué hay tres enfoques al valuar? y ¿por qué precisamente son esos enfoques? Costo mercado y renta. Tres enfoques que no son tres valores distintos, sino tres visiones diferentes de un sujeto a valuar. ¿Qué es el enfoque de costo?

Es el valor del bien desde el punto de vista de lo que implicaría hacer otro igual. Es analizar el bien por su pasado y por lo que lo llevó a ser lo que es. ¿Qué es el enfoque de mercado? Es analizar el valor del bien con base en la opinión que de él tiene el mercado hoy; es decir, analizar su presente. Finalmente, ¿qué es el enfoque de renta? Es poner atención en las posibles ganancias que el bien generará a partir del momento en que se valúa; es buscar con cierto grado de exactitud su futuro.

Podemos afirmar entonces, que llegamos al valor comercial del bien, después de observarlo desde tres ángulos: su pasado, su presente y su futuro. Es así como surgió la idea de este pequeño artículo. Partiendo de que la vida es valuable y que los tres enfoques al valuar son el pasado, el presente y el futuro del bien, recordé que de este tema, ya me había hablado en las navidades de mi infancia, un viejo caballero inglés.

Estoy hablando de uno de los más grandes escritores de la novela inglesa, el victoriano Charles Dickens, quien tuvo gran influencia en los demás novelistas europeos, debido a su gran capacidad de observación de la realidad que lo rodeaba, y a su sencillez al plasmarla en el papel. Esa realidad, en palabras de Gissing, citado por Chesterton, era áspera y cruel, los guisos eran toscos, salvajes los deportes, y el ánimo que daba tono a aquella época, combativo y fétido. Un universo que Dickens no aprueba, ni mucho menos admira, sino que se contenta con intentar explicarlo y amarlo violenta¬mente, lo que no es obstáculo para que la pobreza y la injusticia, le resultaran insultantes.

Dickens, a pesar de haber vivido una infancia difícil, debido a la vida disipada de su padre, tiene la capacidad de obtener el néctar más bello de la vida en cada momento, y así, definía a la infancia como "una época que se recuerda como un sueño feliz durante el resto de nuestras vidas". Cuando las labores hogareñas le dejaban algún tiempo libre, lo dedicaba a pasear por el barrio inglés donde vivía, que él describiría más tarde como: "un lugar desolado rodeado por campos y hondonadas". Ahí, se dedicaba a observar durante horas a sus habi¬tantes y tomaba muchas notas, comprendiendo los misterios de la vida, a través de tantas personas que eran observadas por un genio que comenzaba a despertar.

De esa mente que absorbía todo, pero más importante, que lo comprendía, pronto aparecieron obras imprescindi¬bles como son: Pickwick Papers, Oliver Twist o The Old Curiosity Shop. Posterior a su decepción de los Estados Unidos de América, pese al caluroso recibimiento que tuvo en esas tierras, lo cual ha sido ampliamente explicado por María Edmée Alvarez, G.K. Chesterton y Claire Toma¬lin, aparece en 1843, la obra que hoy nos incumbe: A Christmas Carol.

La festividad "Christmas" tiene una característica muy particular para la cultura inglesa en dos vertientes: primera, del lado de lo terrenal, en la nota de bienestar hogareño, de confort; y segunda, del lado de lo espiritual, en la nota de caridad cristiana. No es de extrañarse, que en este terreno, Dickens desarrolle su metodología para valuar la vida humana. María Edmée Alvarez cuenta la gran emoción que despertó en el autor su primer cuento de Navidad, el famoso "cántico", del que a continuación hablaremos, al grado de llorar, reír y volver a llorar, mientras la escribía, y profunda-mente excitado por el tema, caminar por las calles sombrías de Londres muchas noches, hasta altas horas, cuando no había nadie.

Esta novela tuvo gran éxito por sus puestas en escena, ya que Dickens, además de escritor, resultó ser un gran actor, por lo que tuvo presentaciones, donde se transformaba físicamente de un personaje a otro; modificando al mismo tiempo su voz, expresiones y modales. Emitía inflexiones de voces diferentes para imitar al hombre, a la mujer, al burócrata; y esa fisonomía cambiaba desde el aspecto inocente de un niño de escuela, hasta el rictus del viejo avaro que era Scrooge.

A Christmas Carol es una obra en cinco estrofas, donde se hace una crítica a la indiferencia de la pobreza en Londres, como después lo volverá a hacer en The Chimes, aunque con un tinte de crítica política. Ebenezer Scrooge, es un hombre avaro y tacaño que no celebra la fiesta de Navidad y se encierra en su vida solitaria y su enfermiza adicción al trabajo. Siente un total desprecio por todos los que le rodean, incluso por su fiel empleado Bob Cratchit, ya que aparentemente, el único motor de su vida es ganar dinero. Cuando van a pedirle recursos para los pobres, Scrooge dice "¿No hay cárceles? ¿No hay asilos?" y menciona que, si la gente muere, se aliviaría el exceso de población.

PLANTEAMIENTO

Una noche, en víspera de Navidad, Scrooge recibe la visita de un fantasma que resulta ser el de su mejor amigo y socio Jacob Marley, que muere varios años antes del inicio de la historia. Al principio, Scrooge duda de la existencia del fantasma y se comporta con cierta soma, hasta que con ruidos e imágenes terroríficas, no le queda más que desplomarse de rodillas y gritar: "Piedad!, terrible aparición, ¿por qué me atormentas?...¿por qué caminan los espíritus sobre la tierra y por qué vienen a mí?

El espectro le cuenta que, por haber sido avaro en vida, toda su maldad se ha convertido en una larga y pesada cadena que debe arrastrar por toda la eternidad. Le comenta a Scrooge que ya ha superado sus maldades, por lo tanto, cuando muera Scrooge, tendrá que llevar una cadena mucho más larga y pesada. Entonces, le anuncia la visita de tres espíritus de la Navidad, que le darán la última oportunidad de salvarse; en mi opinión, la oportu¬nidad de darle valor a su vida, o mejor dicho, comprender su valor.

Así, el espectro afirma: "No puedes esperar evitar el sendero que yo recorro si no te visitan. Mañana cuando el reloj de la una, vendrá el primero....la noche siguiente, a la misma hora, vendrá el segundo, y el tercero a la siguiente cuando haya cesado de vibrar la última campanada de las doce. Ya no me verás más y, por tu propio bien, cuida de recordar lo que ha pasado entre nosotros."

 

Autor: M. en V. I. I. Alfredo Trujillo Betanzos
Secretario del Consejo Directivo del Instituto Mexicano de Valuación, A.C.

Cuento de navidad

Segunda parte.

EL COSTO

Esa noche, Scrooge despierta y encuentra al Fantasma de la Navidad pasada, que parece un niño con apariencia de viejo, y quien le dice que lo acompañe; primero lo muestra como un niño solitario, que está solo en la escuela todo el verano leyendo, luego, le muestra a su hermana Fanny, que va a buscarlo para llevarlo a casa y juntos salen de ahí; el fantasma le recuerda que ella murió al tener un hijo, su sobrino, Fred.

Después le muestra su aprendizaje, a su maestro Fezziwig, a Dick Wilkins y a su novia. Posterior-mente lo lleva a una escena triste, en la que su novia lo deja debido a su obsesión por las riquezas. Todo lo anterior, le muestra al viejo avaro, lo que formó su vida, las situaciones que lo rodeaban, y las decisiones que tomó en cada caso, lo que hizo que llegara hasta lo que era hoy, el costo de su vida actual; es decir, en términos nuestros, el valor neto de reposición de lo que era.

La visita termina con el siguiente diálogo:

"- ¡Espíritu! — Dijo Scrooge con voz quebrada-, Llévame de este lugar.

- Te dije que eran sombras de las cosas que han pasado ya. No me censures de que sean como son.

- ¡Llévame de aquí! ¡No puedo soportarlo!"

EL MERCADO

Posteriormente, llega el fantasma de la Navidad del presente, que le hace ver a Scrooge la actual situación de la familia de su empleado Bob Cratchit, que a pesar de su pobreza, ya que no tenía más que quince chelines a la semana (cantidad muy similar a la que Dickens ganaba en su primer trabajo de oficinista), y de la enfermedad de su hijo Tim, celebra la navidad.

Scrooge le pregunta al fantasma si Tim sobrevivirá; el fantasma le dice que morirá, y que no importa, "pues aliviará el exceso de población", avergon¬zando a Scrooge por su conducta previa. Luego el espíritu le muestra cómo todas las personas celebran la Navidad; incluso el sobrino de Scrooge, Fred, celebra la Navidad de una manera alegre, y donde por cierto, los invitados no quieren la presencia del avaro. Al final, Scrooge repara en una garra que sale de su túnica, el fantasma se la abre y revela a un niño y a una niña que son la Miseria y la Ignorancia. La escena termina de la siguiente manera:

"- ¿No tienen refugio ni recurso alguno? — dijo Scrooge.

- ¿No hay prisiones? —replicó el espíritu dirigién-dose a él por última vez con sus propias palabras-. ¿No hay asilos?"

Así, Scrooge tiene la oportunidad de comparar su existencia con la de los otros. Analiza el valor que los demás dan a sus propias vidas y descubre la opinión que tienen de él y de la Navidad. Esto, no es otra cosa, que un análisis de mercado de una vida.

LA RENTA

El fantasma de la Navidad futura, amortajado, mudo y de carácter sombrío, le muestra lo más desgarrador: el destino de los avaros. Su casa saqueada por los pobres, el recuerdo sombrío de sus amigos de la Bolsa de Valores, la muerte de Tim Cratchit y lo más espantoso: su propia tumba, ante la cual Scrooge se horroriza finalmente, e intenta convencer al espíritu de que está dispuesto a cambiar si invierte el destino. El final de ese capítulo es estremecedor:

"Scrooge se aproximó temblando, y siguiendo la dirección del dedo leyó sobre la losa de aquella descuidada tumba su propio nombre: Ebenezer Scrooge - ¿Soy yo el hombre que yacía en aquella cama? —gritó cayendo de rodillas.

El dedo fue de la tumba a él y de él a la tumba

- ¡No espíritu! ¡No, no!

- ¡Espíritu! —gritó agarrando su vestidura-. ¡Escúchame! No soy el hombre que fui. No voy a ser lo que hubiera sido a no ser por esta comuni-cación. ¿Por qué mostráis esto si estoy más allá de toda esperanza?"

Scrooge comprende que, aunque no ha ocurrido el futuro que el fantasma le plantea, el escenario mostrado, son los frutos que razonablemente se esperan de su vida. Esa es la renta que obtendrá por lo que ha sembrado hasta ese día.

LA CONCLUSIÓN

Al despertar de su pesadilla, el viejo avaro se convierte en un hombre generoso y amable y el cambio se muestra, cuando finalmente celebra la Navidad. Hace que un joven compre un pavo y lo envíe para su empleado Cratchit sin dar a conocer quién lo mandó. Posteriormente sale a la calle para saludar a la gente con un "Feliz Navidad" y entra en casa de su sobrino Fred para festejar, causando asombro entre los invitados. Con respecto a Cratchit, finge reprenderlo por su llegada tarde al trabajo; le da un aumento de sueldo y va con él para ayudar a la familia y en especial a Tim en su tratamiento de la enfermedad, lo que al final causa felicidad en ellos, haciendo memorable la frase del pequeño Tim: "Y que Dios nos bendiga a todos."

Es de esta manera, como Dickens nos muestra la metodología para valuar la vida humana. El no era valuador, ni comerciante, pero era un hombre con una capacidad impresionante para observar y comprender, dos cualidades indispensables en un valuador. El escritor decimonónico nos demuestra que, para estimar el valor de una vida, se debe analizar desde tres enfoques; lo que ha hecho que hoy seamos lo que somos, la forma en que los demás viven y la opinión que de nosotros tienen, y finalmente, lo que presumiblemente nos depara el futuro, en base a lo que hemos hecho hasta ahora. Una vez realizado esto, podemos concluir cuál es el valor de nuestras vidas.

Así, hallamos como pilares en esta metodología valuatoria, al costo (pasado), al mercado (presente) y a la renta (futuro), y se podría inferir que, la esencia de la valuación, es la misma en el mas insignificante de los inmuebles y en lo mas preciado, que es la vida humana

 

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